Admiro a esas personas mayores, naturales, originales y educadas que residen en los pueblos más castizos, personas autóctonas que ven al turista como una persona indefensa y perdida, a la cual no dudan en prestarle su ayuda y conocimientos a cambio de charlar un rato con alguien... Personas en extinción, personajes que valen tanto como el carácter cultural del pueblo en sí.
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